En la Grecia de Platón y Aristóteles ser mujer no era, desde luego, algo deseable. Las mujeres tenían prácticamente el mismo estatus social que los esclavos, lo que suponía que no podían participar en la política ni tener derechos cívicos de ninguna clase.
Ser ciudadano griego de plenos derechos estaba reservado a una élite no muy numerosa que no suponía nunca más de una cuarta parte de la población total: hijos varones de padre y madre libres y...
Continuar leyendo