Quien, siguiendo la preocupación general, considera
la posición de la mujer en Grecia como poco digna y contraria a las leyes
de la humanidad, habrá de reprochar a Platón este mismo concepto;
pues no hace sino justificar lógicamente lo que ya existía en la práctica.
Por consiguiente, aquí hemos de repetir nuestra pregunta: la condición
de la mujer griega ¿no guardaba una relación necesaria con el ideal del
pueblo griego?
A esta
extraña diferencia no damos nosotros más valor